miércoles, 5 de noviembre de 2014

¿Quieres aprender a controlar tus MIEDOS ?

Todas las ideas negativas tienen origen en algún Miedo.

 A pesar de que puede parecer contradictorio, a veces el miedo es bueno. Los síntomas físicos que acompañan un gran miedo son los mismos que acompañan una gran excitación. Compara la ansiedad que sientes cuando tienes que hablar frente a un auditorio con lo que te dice el estómago cuando conoces a la pareja de tus sueños.


 El significado que asocias a esos sentimientos puede producir un resultado negativo. Los atletas y actores han aprendido a canalizar su temor natural transformándolo en la excitación previa necesaria para tener un rendimiento exitoso. No temer a nada no es tan bueno como parece. A la mayoría de la gente le encanta la emoción del riesgo y responde a los desafíos. De manera que, a pesar de que la sensación no es agradable, es posible que la mente y el cuerpo prefieran el estremecimiento del miedo a la situación de calma en la que parece que nada interesante fuera a pasar. El temor se convierte en obstáculo cuando uno permite que, bajo su influencia, limite la acción. Si consigues administrar tus temores te encuentras en una posición fuerte que te permite encaminarte en dirección al éxito.


Cómo vencer el miedo que lleva a aplazar las decisiones

 Con frecuencia la tendencia a aplazar las decisiones es una máscara que oculta algún miedo. Es probable que postergues una acción porque temes fallar o tener éxito, o tal vez tienes miedo al ridículo o al rechazo. Reconocer este temor puede ayudarte a vencer la tendencia a dilatar la acción. La clave para eliminar de raíz esta actitud está en descubrir qué hay detrás de ella y buscar las estrategias que te permitan erradicarla.


 Los siguientes planteamientos son ejemplos de lo que posiblemente te dices cuando justificas “dejar para mañana lo que debo hacer hoy”:


  1. “Soy perfeccionista y tardo más que otros en terminar las cosas”.
  2.  “No es justo que me toque hacer esto”.
  3.  “Soy incapaz de hacer esto bien”.
  4.  “Es demasiado difícil”.
  5. “No tengo tiempo”.
  6. “No tengo el conocimiento necesario para hacer esto”.
  7.  “No quiero fallar”.
  8.  “No quiero hacer una estupidez”.
 Algunas veces el miedo que se esconde tras la actitud de aplazar es fácil de detectar. Si evitas terminar algo porque te consideras perfeccionista, es probable que el temor se deba a que si el resultado no es óptimo, temes que la gente se ría de ti. “No tengo el conocimiento necesario” tal vez significa que podrías buscar ayuda, pero no te atreves a hacerlo porque temes parecer ignorante. Hay otros temores más difíciles de localizar. “No tengo tiempo” puede ser el resultado de tu temor a no ser capaz o a no poder completar la tarea.


¿Qué queda cuando postergas una acción? A menudo queda un rastro de tensión y ansiedad e incluso pobres resultados en la tarea en cuestión. Sin embargo, una de las razones por las que sigues aplazando las decisiones es que muchas veces lo que has dejado para el último momento ha salido bien al final, de manera que consideras que la actitud funciona. Incluso puede decirse que se trata de aplicar la economía del esfuerzo. Sin embargo, en cada situación en la que postergas la decisión estás reforzando el hábito de la inactividad; en vez de actuar, evitas. Y así acabas alimentando tus temores.

 De vez en cuando es útil preguntarse lo siguiente:

  • ¿Qué estoy aplazando actualmente?
  •  ¿Qué opinión sobre mí mismo me impide hacer lo que quiero? 
  • ¿Qué temor se oculta detrás de esta idea? 

 Identifica los Miedos que te suman y los que te restan.

 El temor puede ser tu amigo cuando el miedo a un resultado te impulsa a actuar. A algunas personas les ayuda a funcionar mejor imaginar la vergüenza que sentirían si cometieran un error. Si tienes la tendencia a alejarte de lo que no quieres con más facilidad que a acercarte a lo que sí quieres, el temor es una de las fuerzas que te impulsan. Por ejemplo, dejar de fumar puede ser muy difícil si te centras únicamente en los beneficios para tu salud. Tu motivación puede aumentar si piensas en las consecuencias negativas de fumar. Peor aún es que tu hijo te pida que no fumes más porque no quiere que mueras.

 Utilizar el miedo puede ser una buena estrategia para ti, pero tiene su precio. La culpa, el temor y la vergüenza pueden impulsar la acción a corto plazo, pero los mecanismos negativos que te impones pueden hacerte más daño a largo plazo. Lanzarte a una dieta muy estricta sólo porque tu pareja piensa que la necesitas no tendrá frutos. Tu salud puede debilitarse o es probable que te sientas herido, y en esas condiciones no podrás mantener el peso alcanzado. Tu crítico interior es feliz bombardeando culpas de todas las formas posibles, y si bien hay momentos en los que este sentimiento puede dar resultados positivos, en el proceso puedes perder muchos beneficios. 

Ten cuidado si empleas el temor para generar los resultados que esperas. A la larga es mucho más sano apoyarse en lo que uno quiere verdaderamente en la vida que en aquello que no quiere.

 Cómo reconocer los miedos dañinos

 Poner nombres a las cosas puede quitarles su poder. Hallar un nombre para tus temores y arrinconarlos puede producir un gran efecto de libertad; es como ver el polvo debajo de la cama, que ha estado ahí durante un año y simplemente lo has ignorado, o deshacerte de los trastos viejos que tenías amontonados en un armario.

 Hay cuatro tipos básicos de miedos: miedo al fracasomiedo a la vergüenzamiedo al rechazomiedo al triunfo. Probablemente te maravilles al descubrir que los grandes miedos dañinos no necesariamente son los que pensabas.


Miedo al fracaso
La mayoría de las personas tiene alguna relación con este tipo de miedo. Posiblemente el mayor temor es fracasar y demostrar que no se es idóneo. El fracaso tiene consecuencias poco deseables: la gente disfruta mucho más con el triunfo. Es posible que tu verdadero temor implique que creas que si no eres lo suficientemente bueno o idóneo, no te van a querer. Para superar este temor, tendrás que apropiarte de algunos o de todos los planteamientos siguientes:


  •  El fracaso simplemente es parte de mi proceso de descubrimiento; el éxito viene con mi voluntad de buscar el conocimiento.
  • Soy lo bastante bueno e idóneo, incluso cuando algo no me sale bien.
  • Siempre tengo éxito cuando intento hacer las cosas bien y con buenas intenciones.
  •  Evitar el fracaso significa aislarme de las nuevas posibilidades que de otra forma nunca podría conocer. 

Si temes al fracaso porque te preocupa fallarles a los demás, recuerda que el amor propio es el mejor punto de partida para ser mejor contigo mismo y con los demás.





Miedo a la vergüenza

 A veces evitas hacer ciertas cosas porque no quieres parecer estúpido o inútil: en una reunión, no expresas un punto de vista diferente porque temes hacer el ridículo; o procuras no hablar en público porque crees que te tropezarás al subir al estrado. Desde niños aprendemos que no todo lo que se hace recibe aplausos y nos acostumbramos a sentirnos tontos. Por eso creemos que es mejor alejarnos de las luces para no volver a sentirnos avergonzados. Combate el temor a la vergüenza con el siguiente monólogo: 



  • Todo el mundo admira a quienes tienen el valor de decir lo que piensan, aunque no estén de acuerdo con ellos. 
  • ¿Qué es lo peor que me puede pasar? Si hago el ridículo y me burlo de mí mismo, rompo el hielo y la gente sonreirá y será amable conmigo.
  •  No existen preguntas estúpidas; seguro que todos quieren conocer la respuesta a esa inquietud, pero no se atreven a preguntar. 


Miedo al rechazo

 El temor al rechazo está íntimamente ligado al anhelo de ser amado y apreciado. Los buenos vendedores se ven forzados a vencer este temor básico porque deben hacer cientos de llamadas telefónicas para lograr una venta. Acepta que el rechazo es una parte inevitable de la vida; uno no puede esperar que todo el mundo lo quiera y lo aprecie. Y si eso fuera posible, te sentirías desgraciado tratando de complacer a todos. Acepta el rechazo adoptando una de las siguientes actitudes:

  •  Cuando mis ideas son rechazadas, obtengo el beneficio de haber conseguido más información sobre aquello que no funciona y me acerco más al resultado positivo.
  •  Nada de lo que me hagan los demás es personal; todos tienen razones personales que a veces los hacen portarse mal conmigo. 

 Miedo al triunfo

 Sentir temor al triunfo parece bastante extraño. Sin embargo, todos en algún momento lo hemos experimentado. Todo el mundo quiere completar con éxito sus planes. A veces no haces ciertas cosas para las que estás capacitado porque no quieres destacarte, quieres ser como todo el mundo;

aún más, no deseas sentirte aislado si triunfas. Ser muy bueno en algún aspecto puede dejarte solo, y las expectativas que tengan los demás sobre tu triunfo pueden ser abrumadoras. A veces resulta más fácil no ser el mejor.


 El temor al triunfo puede ser más difícil de detectar: se oculta detrás de una posición nada egoísta; no haces alardes, eres modesto, evitas ser orgulloso. Marianne Williamson afirma en su obra Volver al amor: “Nuestro temor más profundo no es que seamos incapaces, nuestro miedo más profundo es que seamos capaces más allá de lo que nos imaginamos”. Siéntete a gusto con tus triunfos y reflexiona sobre estas ideas:
  •  Frenarme no les sirve a los demás y me hace daño.
  •  A medida que avance iré aprendiendo a asumir mi triunfo.
  •  Podré ser un ejemplo para los demás, y ésta será una experiencia mucho más satisfactoria que dolorosa. 
  • Triunfar vale la pena.

Cómo disminuir los temores dañinos 

Resulta irónico pensar que reducir el impacto del temor implique invocarlo y estudiarlo cuidadosamente. Con el tiempo, sin embargo, podrás eliminarlo si vives la realidad y no lo que ofrece tu imaginación. A medida que aumenta tu confianza en ti mismo, empiezas a darte cuenta de que es más frecuente no encontrar fracaso, vergüenza, rechazo ni soledad. Empezarás a apreciar las cosas maravillosas que ocurren cuando te decides a actuar, te arriesgas y confías en ti mismo.

Intenta sentir el miedo como una emoción más, que incluso puede serte útil; permítete sentirla.
 A veces, luchar contra algo aumenta la resistencia. Puedes pensar en tus temores como si fueran monstruos de las tiras cómicas. Diviértete creando personajes; los monstruos de la película Monsters Inc . de Pixar pueden servirte de inspiración. Así restarás poder a tus temores. ¿Tienen nombre? Pregúntate si dotarlos de una personalidad relativamente ridícula podría anularlos mediante la risa, igual que a los monstruos de la película, cuando descubrieron que la risa es mucho más poderosa que el miedo.

 Te invito a que lo pruebes. 
Entra en www.conexioncoaching.com y Vívelo!!!!!



Nuestros próximos talleres en 
La Coruña Y Málaga.




No hay comentarios:

Publicar un comentario